Siempre que afloran los prejuicios éticos o nacionales,
en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional,
cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico
o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento
familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea.
Tiembla su pequeña luz. Aumenta la oscuridad.
Los demonios empiezan a agitarse (Carl Sagan).

Isis, no te quites el velo que llevas un roto en las bragas

lunes, 1 de agosto de 2011

Incluso hoy existe discriminación hacia las mujeres en muchos estamentos. Las mujeres siempre somos sospechosas de "mujerilidad". Tienes que evitar ciertos comentarios o referencias (aunque sean humorísticos) para que te tomen en serio. Por ejemplo, me lo pensé dos veces (sólo dos y medio segundo) antes de hablar de mi sueño recurrente arrastrando el carrito. Sin embargo, tengo muchas dudas sobre el techo de cristal y las diferencias estructurales de trato y de sueldo que exhibe cierto feminismo. Vale la pena leer a Warren Farrell, nada machista.

Pero hay señoras muy agudas que saben analizar determinadas situaciones y determinadas respuestas emocionales de forma brillante (por algo son brilliant women) dando consejos muy pertinentes. Uno de ellos tiene que ver con algo muy incómodo para nosotras: la arrogancia.
¿Tenemos las mujeres (brillantes o algo más apagadas) que ser un poco menos humildes?

A mi me pasa una cosa. A veces se me acerca la gente con cierta prevención. Tienen una idea de mi que les lleva a pensar que no voy a ser exactamente friendly. Esa no es la parte mala. Lo peor es que si lo soy se decepcionan. Es algo que siempre me chocó. Pero hoy estoy en mejores condiciones para valorarlo. Incluso para divertirme haciéndolo. Algún día hablo de status, jerarquía y sado masoquismo. Da para mucho.

Mi marido, que es quien mejor me conoce del planeta, lo vio claro hace tiempo. Es un poco triste que te digan: "sobre todo que no te conozcan de verdad". O: "ganas más si no saben cómo eres". En teoría eso es un contra-consejo. No lo busquen en ningún libro de auto ayuda. Tampoco es violencia psicológica doméstica. Es crudo realismo marital. Él sabe que, como aquel rey, voy desnuda. Por lo menos de ciertos rasgos que garantizan el respeto más primario. Algo que las mujeres realmente brillantes han sabido siempre de manera, quizá, innata. Hablo de hembras Alfa, esas leonas.

Las sardinas de lata son otra cosa.

1 comentario:

p dijo...

Mrs. Arrogant me ha parecido una trepadora sin escrúpulos. Vaya decálogo! Si algo tienen las mujeres brillantes es su individualidad, nada que ver con estas generalizaciones. Y para colmo suelen ser amigables (valga la cotradicción). Tú a lo tuyo, nena;-))